Evaluación de pares









Contabilista de Estrellas (CdE)

 

Asunto: Evaluación de pares

 

Por: Daniel Briceño

15 de septiembre de 2023

Natalia y yo nos hemos preguntado largo sobre lo que significa ser un buen artista. ¿Qué es eso que nos atrapa, lo que nos conmueve, al ver una obra? De esto se ha debatido ya mucho: la originalidad no existe, el virtuosismo innato aburre y lo repetitivo se agota. Hemos llegado, sí, a unas cortas conclusiones que definen a los artistas que admiramos: el rigor y la honestidad.

El rigor lo definimos como esa dedicación al oficio, una práctica constante y de todos los días al quehacer. La honestidad la definimos como una desnudez de
la herida, allí donde el alma se desborda a gotas rojas de los límites propios para encontrarse con otros que le observan. Son pocos los momentos en que ambas cosas están presentes y de manera transparente. A estas dos cosas le sumaría una más: el hambre. Naturalmente, rigor y transparencia son dos factores que se ven, por ejemplo, en un espectáculo. Pero el hambre, el motor que impulsa a los artistas a concretar sus obras, a buscar mil maneras de materializar sus experiencias, a
ir más allá de sí mismos y encontrar inagotables fuentes de las cuales nutrirse
rara vez se revela. En síntesis, la sensación de insaciabilidad con una única cosa
es un elemento que compone al artista, pero que normalmente no nos llega a los espectadores.

Quisiera dedicar un par de palabras sobre cómo veo estas tres cualidades presentes en Natalia.

Ella y yo hemos participado juntos de clases, trabajos y compromisos por dentro y fuera del aula. Clases como puesta en escena de tradiciones teatrales, un ensamble interdisciplinar de danza-teatro y uno de teatro en verso, el laboratorio de Laban Análisis y la cátedra de poesía latinoamericana me revelan que, además de un promedio impecable y una aprehensión profunda del conocimiento, jamás he visto que Natalia haga un trabajo, un ensayo o una propuesta sin dedicarle su cien por ciento. Llega a ser exhaustivo para ella, pero nunca ha tenido una sola entrega donde se le pueda decir “pudiste haber hecho más”. Su dedicación al trabajo, al conocimiento y a las disciplinas de su interés es devocional; a nada le da tanto valor como a aprender. Definitivamente profesa el aprender a aprender, que Eugenio Barba cultiva como postura fundamental del actor. Esto es rigor en el oficio. Así como ella, no creo que una práctica artística esté por encima de otra.

Eso sí, creo que hay ciertas personas que resuenan más con unas prácticas y encuentran, desde sí mismos, sus potencialidades. Pero son las personas quienes tejen esos puentes. Esto mismo es lo que sucede entre Natalia y el teatro: Donde antes estaban prácticas corporales en la salsa y la bachata, el teatro físico, como el mimo corporal dramático o el entrenamiento actoral de los teatros-laboratorios, comienza a desplazar sus intereses. Su amor por la literatura se comienza a enredar con este nuevo mundo de las acciones, los personajes y las narrativas; encuentra allí, dentro de ella misma, un posible puente a construir. Ella misma lo dice mucho: “No hay nada más creativo que la investigación”. Los vínculos, las constelaciones, las simbiosis, los tejidos invisibles, ya se lo he dicho mucho, no están presentes entre estas estrellas. Natalia es quien ata una cosa con la otra: desde el trazo abstracto que se hace en el espacio hasta Lispector y su animalario. Entre tantos puentes a hacer y deshacer, se convierte en una Contabilista de estrellas, alguien que en este mundo de rascacielos, industrias, predestinaciones y buenas costumbres, quiere hacer mapas imaginarios en el cielo. Este oficio desueto requiere rigor, pero también devela el hambre. Un hambre que al morder cada disciplina, cada lenguaje, cada forma de hacer o cada edificio del conocimiento, escupe sus acartonadas maneras y se nutre de lo que le bombea la sangre. Sobre sus heridas creo que Natalia las desarrolla mejor que yo. Sin embargo, quiero referirme cómo su rigor y su hambre responden a las llagas que la atraviesan.

Si su hambre se despliega en un pensamiento de constelaciones, que vincula lo que no está vinculado, naturalmente llega hasta aquellas ruinas de historias, ausentes en la Historia, en las que ella tanto se ve reflejada. Los dos cortes que trazan su rostro indígena se lo reflejan, los torbellinos que nacen de su cabellera afrodescendiente se lo revuelcan, su feminidad se lo grita al oído. A través de su insaciabilidad llega a la pregunta por su propia identidad, oculta en los rincones del cuadro que llamamos Historia, Patria o Sociedad, tan devastada por la tempestad que llamamos progreso. Allí, en esa cara ocultada de los libros, ausente de los palcos y arrancada de las historias, encuentra la herida sangrando, el desarraigo. Eso le duele. Y atender o transfigurar esa herida no es cosa sencilla. Es allí donde su rigor se pone más a prueba, pues el surco al cavar los propios músculos requiere dedicación diaria; debe hacerlo su oficio

En el camino de Natalia veo una serie de vertientes donde no solo sé que lo recorrerá con esa hambre y rigor que la definen sino que tendré también el privilegio de ver sus pasos en este. Ella es fiel creyente que este oficio que elegimos se hace en colectivo. Por lo tanto, veo también, no muy distante, un primer puerto al que atracar: la creación colectiva. En sus búsquedas por el arraigo, la integración de un sinfín de referentes de distintas disciplinas y su disponibilidad para el trabajo es apenas lógico que se encuentre con una manera de hacer propia de este lugar del planeta, una que se pregunta y debate constantemente por sus medios técnicos, sus implicaciones, sus estéticas y que está abierta a muchos puentes; rasgos todos que también caracterizan a Natalia. Sé que allí puede aflorar su potencial como ejecutante, como directora, como escritora, investigadora, incluso docente y, en resumen, como creadora. Puedo decir sin miedo a equivocarme que su intuición ya capta mucho de esta práctica, preguntándose por su lugar de enunciación, por qué tipo de personas son aquellos que ven este trabajo y cómo lo reciben, por la agencia que tiene el arte y sus prácticas en territorios y personas menos favorecidas que nosotros. Son estas preguntas, ya latentes en ella, que apuntan sus fervorosas convicciones a una obra que asienta con firmeza su postura, su crítica y la profundidad de su herida.

Con cariño, Daniel Briceño

“Y fue tan cuerpo, que fue puro espíritu”

Clarice Lispector

Natalia Jassaii; nacimiento, arena de río. Naciente arena de río. No es la bahía, es un granito de arena en la inmensa orilla, que se sabe una más de tantos eternos inquietos por el ir y venir del agua verdosa.

Mujer atormentada de sentido; del ser mujer, del ser descendiente Wayúu, de ser citadina, latinoamericana, artista, literata, humana. Se sabe parte de este entramado complejo e indescifrable que somos y, aun así, no cesa su deseo
de comprender. Ha entendido que “toda comprensión intensa es finalmente
la revelación de una profunda incomprensión. Todo momento de hallar es un perderse a uno mismo” (Lispector). Vive en ese constante hallar y perderse a sí misma.

Conocí a Natalia en Teatro Gestual en el 2021, y volvimos a encontrarnos
en el ensamble Mi Amigo de Cristal en el 2022. Trabajamos juntas en el ensamble Grito de un Hombre que está Lleno de Agua por Dentro, y ahora en el laboratorio de LABAN y fuimos relatoras en el seminario Los Cinco Continentes del Teatro con Eugenio Barba y Julia Varley. En los espacios creativos que hemos compartido, siempre se ha caracterizado por su rigurosidad y disciplina. Por no quedarse jamás con la primera versión, y por buscar el acompañamiento y las preguntas que le ayuden a crecer. Siempre encuentra la manera de obsesionarse con el trabajo, explorando así el mundo de posibilidades que despliega una pregunta concreta, y sus ojos encuentran la manera de seguir descubriendo del otro lado del salón.

Amante de lo metodológico y lo diverso, Nata ha explorado vertientes, modos y docentes muy distintos; estudiar dos carreras es muestra de aquello. Desde lo audiovisual, pasando por lo tradicional y lo contemporáneo, el teatro y la danza, ha afinando su mirada para convertir, en la medida de lo posible, lo incomprensible en nombrable y accesible. Sabe transportar las herramientas técnicas de un espacio a otro, ponerlas en diálogo y contrastarlas con una claridad impresionante. Creo que esto tiene mucho que ver con su vocación docente. (Sé que serás una profa increíble).

Nata es de las personas que encuentra redes por todos lados, pescadora que en el encuentro con otras y otros ve la posibilidad de entender, o, al menos, de ser cada vez más humanos. Le da un lugar importante a la conversación, a leernos, escribir, al semillero e ir a ver las obras del momento. A lo interdisciplinar; a las otredades que se encuentran. Ve el valor de las canciones, de los poemas, del museo, de la protesta, de habitar el espacio público. El valor de la memoria y de
lo colectivo. Detrás de todo hay millones de historias que se esmera en descifrar a través del movimiento, el texto, la voz.

Para Natalia el arte no es ni debe ser ininteligible, indescifrable, alejado de la vida, sino que por el contrario tiene un lugar en este mundo, porque interviene el poder, porque desplaza el foco, porque moviliza. En su trabajo no hay nada al azar, nada accidental o inocente, todo está encaminado a ser cuerpos emancipados del sistema. A ser cuerpos que se vean a sí mismos y a su alrededor, y se sepan actores activos para bien o para mal.

En todo lugar del arte, su cuerpo, los cuerpos, son territorios inmensos por explorar. Atravesados, sintientes, heridos, crueles, compasivos, irresponsables, injustificables, y, otra vez, humanos. La mirada crítica de Natalia Jassaii está presente en todo lo que hace. No hay lugar donde no quepa la pregunta, lo maravilloso de lo insólito, lo cuestionable “sin la esperanza de cambiar nada, porque en el fondo no estamos tratando de cambiar las cosas. Estamos queriendo florecer…” (Lispector) Porque sí, ahí tan crítica dónde la ven, conserva la silenciosa esperanza del cambiar. Está enamorada de este mundo que la desborda, y he allí lo que hay detrás de tanto rigor, de la disciplina, de la frustración, de la dedicación: un inmenso amor.

Naciente arena de río (NR)

 

Asunto: Evaluación de pares

 

Por: Sara Lucía Rivera